Dios quería que les enseñara a los seres humanos la verdad. Jesús les habló del Reino de Dios —un gobierno celestial que traerá paz a la Tierra— y de la esperanza de vivir para siempre (Juan 4:14;18:36, 37). También les dijo cómo hallar verdadera felicidad (Mateo 5:3; 6:19-21). Además, predicó con el ejemplo. De hecho, demostró cómo hacer la voluntad de Dios incluso en circunstancias difíciles. Y cuando fue maltratado, no se vengó. (Lea 1 Pedro 2:21-24.)
Jesús enseñó a sus seguidores que el amor implica hacer sacrificios. Aunque tenía muchos privilegios viviendo en el cielo junto a su Padre, aceptó con humildad la comisión de venir a la Tierra y vivir entre los seres humanos. El ejemplo de amor de Jesús es único. (Lea Juan 15:12, 13; Filipenses 2:5-8.)
Jesús era perfecto y nunca pecó. Así que no murió por sus propios pecados, sino por los nuestros. Su muerte hace posible que disfrutemos de la bendición de Dios y que tengamos la perspectiva de vivir para siempre. (Lea 1 Pedro 3:18.)
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