En estos versos de la Biblia encontramos un joven Josué frente a un gran desafío frente a El. El mandato del Señor era, ¡marcha y toma posesión de la tierra! Dios les había prometido una tierra donde fluía la leche y miel. En Josué 1:3 el Señor les declara, “Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.” La promesa era posesión total, no solo una parte pero toda la tierra de bendición. Iba ser un lugar de provisión y bendición para sus vidas. Ellos iban a experimentar un cambio radical, del desierto a la tierra de bendición.
Me pregunto, pero ¿qué iba tomar para poseer la tierra de promesa? Es muy claro iba ver oposición y tendrían que enfrentar varios enemigos. La tierra era prometida, pero tendrían que pelear y poseer lo que Dios les había prometido. Ellos iban a necesitar mas que un ejercito bien armado, para esta tarea iba requerir la intervención divina de Dios. Ellos iban a necesitar su presencia con ellos, ¡nada menos que su presencia! Solo su presencia les infundiría las fuerzas sobrenaturales del Señor. Su presencia en ellos haría la diferencia entre ellos desmayar o tener éxito con el reto que enfrentaban.
¡El Señor el día de hoy promete estar con nosotros! Su promesa en Isaías 41:10 nos declara, “no temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” No hay razón porque desmayar, o darnos por vencido, aun hay promesas por poseer. Hay lugares aun que la planta de nuestros pies debe tocar, ¡no hemos llegado! Dios tiene mucho mas para nosotros. Solo debemos confiar y entender que su presencia hará la diferencia en nosotros. ¡Dios esta con nosotros este día! Solo marcha hacia delante al territorio donde fluye la leche y miel.
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