DEJA LA JUSTICIA EN LAS MANOS DE DIOS!
En muchas ocasiones, Dios permite ciertas situaciones en tu vida para probar cuánta confianza tienes en Él. Puede ser que alguien, en este momento, te insulta, avergüenza, menosprecia, miente o dice algo de ti que no es verdad para arruinar tu reputación, hacerte quedar mal con tu jefe, con tu familia, etc. Los que conozcan tu caso, pueden animarte a que busques venganza, pero esa no es la voluntad de Dios para tu vida.
Dios, es Dios de Justicia. Romanos 12:19 dice: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”.
Si quieres que Dios te haga justicia en la vida, tienes que entregarle la situación totalmente a Él.
Cuando David venció a Goliat, llegó a ser famoso y la gente lo amaba; pero el Rey Saúl, que gobernaba en ese tiempo a Israel, sintió muchísimos celos y quiso matarlo, hasta el punto que David tuvo que huir a esconderse en las cuevas de las montañas. Sin embargo David siempre trató con honor y respeto a Saúl; a pesar que tuvo la oportunidad de matarlo nunca lo hizo y el Señor lo honró mas adelante. (Primer libro de Samuel, capítulos del 18 al 26).
Tal vez exista algún “Saúl” en tu vida que trata de hacerte mal sin razón, pero, ¡eso mismo ocupa Dios para fortalecer tu carácter!
Mientras la gente piense hacerte un mal; Dios lo encaminará a bien. Procura que tu corazón se mantenga puro, sin rencor, sin odio, sin resentimiento, sin deseos de venganza y sin falta de perdón, para que seas un vaso que el precioso Espíritu santo pueda llenar de Su presencia.
Deja todo en las manos de Dios para que Él lo haga a Su manera y en Su tiempo. Él peleará tus batallas, resolverá tu caso y traerá justicia a tu vida. Recuerda… ¡CUANTO MAYOR SEA TU LUCHA, MAYOR SERÁ TU RECOMPENSA!
“En vez de su vergüenza, mi pueblo recibirá doble porción; en vez de deshonra, se regocijará en su herencia; y así en su tierra recibirá doble herencia, y su alegría será eterna. «Yo, el Señor, amo la justicia, pero odio el robo y la iniquidad. En mi fidelidad los recompensaré y haré con ellos un pacto eterno” (Isaías 61:7-9).
“No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición” (1 Pedro 3:9).
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